Un cuento de domingo

Siempre hablamos de Educación para la Salud pero desde un punto de vista "físico" dejando de lado otra EpS igualmente importante, si no más, la de nuestra salud mental, nuestros valores, nuestra autoestima. Fomentar todos estos aspectos para una vida sana debe ser fundamental para todos los agentes implicados en salud.

Aunque hace mucho tiempo que este post rondaba en mi cabeza no fue hasta el otro día, leyendo este post de mi querida Rut Roncal que me decidí, por fin, a hacerlo. Como bien decía Rut, los cuentos de nuestra infancia condicionan de alguna manera nuestros sueños, esperanzas y creencias de la vida adulta. Por tanto, es importante, a mi entender, cambiar el final de los cuentos tradicionales por otros más acordes a nuestros tiempos. Ahora ya no se lleva, ni es políticamente correcto, que las princesas esperen a ser rescatadas por valerosos príncipes, de hecho casi me atrevo a afirmar que estos no existen (lo siento chicas tenía que decirlo), por supuesto tampoco se puede luchar con dragones (que dirían las protectoras de animales), ni las brujas ahora son feas y con verrugas (el botox y los cirujanos plásticos han hecho estragos), total que ya nada es como nos lo contaban de pequeños.

Os propongo escuchar este cuento que les cuento muchas noches a mis hadas. Durante mucho tiempo lo leía sin prestar atención hasta que un día decidí que era el momento de cambiar el final. Los cuentos no siempre tienen un final feliz pero en nuestra mano está, al menos, intentarlo. Ese es el mensaje que intento transmitir a mis hijas, qué final te gustaría a ti?

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