Una de las premisas fundamentales en la Promoción y Educación para la salud es el cambio de actitudes. De nada sirve educar en salud si esto no conlleva un cambio actitudinal, si no conseguimos que los hábitos saludables se conviertan en rutinas, que se integren en nuestro cotidiano. ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar las actitudes? ¿Por qué nos cuesta tanto modificar ciertas conductas que son "perjudiciales" para nosotros? Sencillamente porque nos gustan, ¿no?
Es importante que tengamos en cuenta este pequeño detalle a la hora de decirle a nuestros pacientes que dejen aquello o empiecen a hacer lo otro. Ya hace varios años, Bayés nos hablaba de este análisis funcional de la conducta:
- Los comportamientos de riesgo van seguidos, generalmente, de forma inmediata por una consecuencia placentera.
O lo que es lo mismo Si, si, debo dejar esto pero ya si eso empiezo mañana.
- Las consecuencias poco saludables o nocivas derivadas de las prácticas de riesgo, sólo son probables y aparecen a largo plazo.
O lo que es lo mismo Por uno o dos hoy no pasa nada, ya tendré tiempo de dejarlo.
- A menudo, las conductas saludables consisten en la evitación, atenuación o retraso de las consecuencias placenteras de las prácticas de riesgo.
Este punto es fundamental, si me lo paso bien, ¿por qué tengo que dejarlo?
- Tampoco existe ninguna cadena de hechos que vincule los comportamientos saludables con la garantía de gozar -aunque sea a largo plazo-, de un buen estado de salud.
O lo que es lo mismo, Es posible que dentro de dos años o tres me encuentre mejor pero yo quiero sentirme bien ahora!!
En definitiva, las decisiones acerca de los comportamientos saludables no son siempre las más atractivas puesto que al realizarlas no se obtiene de forma inmediata ningún refuerzo positivo o placentero que estimule su repetición. Quizás ha llegado el momento de empezar a hacer las cosas de forma diferente, no? Para reflexionar...
Interesantes reflexiones!
ResponderEliminarQuizá ahí está unos de los motivos que explican por qué algunas campañas de prevención no acaban de funcionar. Deberíamos probar de idear campañas hablando de beneficios inmediatos. Empecemos a vivir más en el presente y el resto vendrá solito.
Añadiría un elemento más... el componente social: "todo el mundo lo hace"; celebramos comiendo (cosas nada saludables), bebiendo (en exceso), f...ando (¡malpensad@s!).
ResponderEliminarParece que sin esos mimbres no entendemos el cesto del acto social.
¿Cómo inculcar a un(a) menor obes@ que modifique sus hábitos de comida y ejercicio si a) la familia no se implica ("porque no necesita adelgazar"), b) la socialización con sus iguales pasa por determinados ritos (chuches...)?, por citar un ejemplo frecuente. Y demasiado a menudo nos limitamos a come más de esto, menos de aquello y, por supuesto, haz ejercicio. Así nos va.
Y, si no, vean, vean... "All I like is illegal, immoral and/or fattening". Algun@s estábamos naciendo cuando aquello: http://ht.ly/6n3qd, ;-)