¡Qué ganas de volver a estas líneas! Hoy volvemos con uno de esos post #haciendoamigos.
Hace ya algunos meses que acontecieron los hechos pero la historia merece ser contada y si posible, comentada y debatida. Llevamos muchos años luchando por la humanización de los cuidados; se nos llena la boca de "paciente empoderado", de compartir el sistema, de mejorar la atención. Nos desgañitamos y hacemos campañas que dan la vuelta a las redes sociales y salen en todos los medios... Y por desgracia, la realidad es otra muy distinta.
"Llegada del paciente a la unidad de hospitalización. Aparece alguien que no sabemos si es enfermera, auxiliar o cosa, a hacer ese acto fundamental e imprescindible para todo ser humano que es tomar la tensión. Apenas balbucea un par de palabras inconexas y se marcha. No volvió a explicar nada al paciente, que iba a ser sometido a intervención a la mañana siguiente, de hecho, no volvió a nada. Cuando yo estudiaba se nos decía que informar adecuadamente al paciente antes de una operación, reducía la ansiedad, y podía reducir las complicaciones. Debe haberse demostrado ya lo contrario o debe ser función de otros. (Qué nos gusta decir esto!)
A la vuelta de quirófano, nos recibió un chico que llevaba el cartelito de estudiante, con el consabido aparato-imprescindible para tomar la tensión. Tras realizar la maniobra correspondiente de forma ultraprofesional y sin pedir permiso, le preguntó al paciente que de qué había sido operado (cómo??? No ha leído el informe de quirófano antes de entrar??). El paciente respondió y el proyecto de enfermero se fue por donde había venido, sin revisar apósito quirúrgico, drenajes ni vías. Ilusos, pensamos que vendría después la enfermera correspondiente a realizar una valoración adecuada; no lo hizo.
En una ocasión, el paciente tuvo dolor. El cirujano había insistido mucho en pedir calmantes de rescate si, a pesar de los pautados, era preciso. Fui a pedirlo amablemente y me echaron a patadas, era la hora del café... Llamé desde la habitación y me indicaron por el interfono que no había llegado la medicación y que a las 16h tendría un calmante, eran las 14:05. A pesar de mis explicaciones, no obtuve respuesta.
Por la tarde llegó otra estudiante. Venía de otra habitación con dos medicaciones que había retirado. El extremo de uno de los sistemas de suero vacío y usado, estaba manchado de sangre. Los apoyó en la mesita de nuestro compañero de habitación a pelo, sin batea ni nada, y se dispuso a retirarle a éste un suero también vacío. Los sistemas que habían quedado allí abandonados se cayeron al suelo y ella exclamó: Ay! Es que no se cómo ponerlos para que no se caigan! A lo que yo respondí, con toda la paciencia que pude, que lo que tenía que hacer era tirarlos antes de entrar en otra habitación, lavarse las manos y usar guantes (bueno, igual no fue con tanta paciencia). Ella se ofuscó mucho y me respondió que si no me gustaba, no tenía más que hacerlo yo misma...
He de hacer un pequeño inciso aquí para reafirmarme en mi idea de que muchas personas son basura y se creen que un uniforme renegrido les da autoridad y sabiduría absoluta. Es una pena porque el ser basura se contagia más rápido que el ser amable o feliz. Impregna todo lo que toca y lo convierte en ya sabéis que.
Bueno, sigamos con la historia.
La alumna volvió después con guantes, los mismos para los dos pacientes, por aquello del ahorro, y pidió perdón porque estaba saturada de trabajo... En fin, mejor nos ahorramos el comentario y no le decimos que la educación y el respeto son la parte principal de nuestro trabajo y que sin eso, todo lo demás es basura, que las infecciones que paseamos de un paciente a otro causan miles de muertes innecesarias, que ponerle o quitarle un suero a alguien no es una emergencia y por tanto, podemos permitirnos el lujo de lavarnos las manos entre uno y otro, etc, etc.
Por la noche vino otra enfermera, una pena que no dejan tener estudiantes de noche con lo bien que vienen, y puso un suerecito de medicación. Nos instó a avisarla cuando se terminara. Eso hicimos; aún la estamos esperando..."
Mis reflexiones en voz alta:
1. Los estudiantes son el fiel reflejo de un colectivo desganado y malhumorado. Las universidades, pero también cada enfermera, es responsable de formar a profesionales de alta calidad; no eludas tu rol docente porque mañana en esa cama puedes estar tú.
2. Nuestro trabajo "técnico" es más que deficitario. Pasan muy pocas cosas para el trabajo tan malo que hacen muchos compañeros.
3. Nuestro perfil de servicio al cliente es vergonzoso. Nos ponemos el fonendo y se nos olvidan cosas básicas como decir buenos días o por favor.
4. Hace muchos años que no trabajo en asistencial por eso quizás veo las cosas desde otro prisma. Cómo lo veis los que estáis a pie de cama?
Comienza el debate!