A veces llega a nuestras vidas un pequeño barco hecho de papel o de cáscara de nuez. Sabemos que es demasiado pequeño, que no resistirá las tormentas y los vientos, que no durará mucho tiempo y posiblemente, nos hará naufragar pero aún así, por alguna extraña razón, nos aferramos a él y nos empeñamos en seguir navegando. ¿Es lícito tratar de luchar contra los elementos? ¿Cuando debemos aceptar que ha llegado el momento de abandonar el barco? ¿Cómo saber cuando ha llegado el momento de cambiar de rumbo?
Aquí os dejamos nuestra pequeña reflexión de domingo acompañada de una de nuestras canciones favoritas de la infancia "y si viene negra tempestad, reir y remar y cantar..." Feliz domingo.
"Nunca te desanimes en el camino a la meta, recuerda que todo en la vida se trata de superar obstáculos."
@ifilosofia
Me encantan las frases que pones Olga, que nunca te lo digo. ;-)
ResponderEliminarUna reflexión muy interesante, Olga... y me pregunto qué te debe haber llevado a hacerla.
ResponderEliminarVerás, a mi vida han llegado multitud de esos barcos, y para algunos de ellos, de alguna manera -sea por continente o contenido, sea por lo que representan, incluso por hartazgo- decidí hacer de esos barcos mi patria y mi bandera.
Debo decirte que soy muy tozudo, y que aunque en algunos casos he tenido de abandonar el barco -no sin salvar antes a la tripulación- en muchos otros he podido salvar barco y tripulación.
Estos barcos que encuentro -muchas veces a la deriva-, que consiguen captar mi atención, muy a menudo se convierten en misiones, y para mí justo en ese instante reflotarlos, salvarlos, se convierte en un asunto casi sagrado, pues soy de la opinión, como se recogen en las reglas de enfrentamiento de los escuadrones aéreos de la US Navy que "nunca se debe abandonar a tu avión acompañante".
Justo estoy en este momento embarcado en diferentes misiones -con barcos pequeñitos :-) - que, en algún caso, me provocan un dolor lacerante... pero no por ello voy a renunciar a seguir intentándolo, pues créeme, hay batallas que se deben ganar y otras muchas que se deben luchar, aún cuando la posibilidad de victoria sea mínima.
Sólo cuando has hecho todo lo posible, cuando lo has intentado con todos tus fuerzas, cuando es evidente que tras diferentes cambios de rumbo no es posible sobrevivir, ese es el momento de rescatar a la tripulación del barquito y abandonar la nave.
Hola Olga! Independientemente de si es lícito o rentable trabajar en el futuro del barquito de papel, a veces sucede que es que no te puedes resistir a la tentación de mimarlo y disfrutarlo. ¿Que se hunde?Chica, pues lo has intentado y lo has disfrutado. Un beso!
ResponderEliminarGracias por invitarnos a reflexionar. Es importante aferrarse aquello que para nosotros es importante, significativo de existir y de seguir su rumbo. Aunque el barco sea pequeño, puede que nos acompañe a un viaje hacia otro más grande, o puede que no... pero habrá sido para ampliar y/o constuir nuestros conocimientos que habremos aprendido y adquirido gracias a la experiencia de aquel pequeño barco.
ResponderEliminarGracias por esta aportación! Salutaciones.
Olga, muchas gracias por compartir con nosotros esta reflexión.
ResponderEliminarHay tantos barcos posibles!!! Pero no sé porqué, aunque nos subamos a él con nuestras dudas y temores, aunque sólo nos de alguna alegría y muchas tristezas, desilusiones... seguimos subidos luchando porque su rumbo sea el nuestro, porque se haga grande con nosotros, pero no, hay cosas que es imposible cambiar y hay que saber cuando hay que abandonarlo.
Cuántos "y si..." "vamos a intentarlo otra vez, a lo mejor esta vez sale bien..." hacemos y al final... mal, no conseguimos nada más que pasarlo mal...
Como dice Rafa, no se puede abandonar el barco sin antes luchar por él, pero todo tiene un límite.
Cambiar el rumbo es de valientes, y eso es difícil. Salir de lo "fácil" "cómodo", más que nada porque es lo que ya tenemos, aunque no sea lo mejor para nosotros, no sea nuestro rumbo, es complicado...
Y, lo dicho, hay muchos barcos esperando, barcos donde seguramente encajemos mucho mejor, pero barcos que hay que buscar y que, en numerosas ocasiones, requieren que nos alejemos de nuestro barquito en el que tantas ilusiones pusimos en su día.
Un abrazo enorme!
Me ha gustado mucho tus reflexiones sobre los que podemos o debemos hacer con nuestras ilusiones, nuestros empeños, nuestros barquitos. Pero lo que mas me ha gustado ha sido el vídeo. Me ha traído gratos recuerdos de las veces que he tocado con la guitarra y cantado esa canción para mis hijos cuando eran pequeñitos (tengo dos niñas y un niño).
ResponderEliminarUn pensamiento sencillo pero grandes emociones.
Gracias Olga
He abandonado barcos porque no eran mios, aunque ayude a reflotarlos ....
ResponderEliminarMe he mantenido en algunos con tormentas devastadoras, tragando agua a mares, porque entendí que merecía la pena .... siempre terminó saliendo el sol ....
Cada uno tenemos algo dentro de nosotros, algo difícil de definir, que nos dice si merece la pena o no aguantar ....
Que pensamiento o suceso te ha llevado a escribir este post?, temomé que es muy interesante, de todas formas, ahí está la valentía, en tener la confianza y la seguridad de que es ese el barquito al que te has de subir. Estoy segura de que la cascarita de nuez, es bastante mas fuerte de lo que parece. Subete al barco, sin dudar!!
ResponderEliminarVitrubia
A veces el viento no se mueve en la dirección adecuada y,aunque quieras q flote el barco.... Lucha si es lo q deseas,siempre estaré ahí.Bss
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